Seguro que habrás oído hablar de los biorritmos, pero siempre has pensado que era una ridiculez, otra idea sin sentido o simplemente algo que no te incumbe porque, si hasta ahora has funcionado sin saber esto, ¿qué más da profundizar ahora? Si todo está bien, no pasa nada y, ¿para qué entrar más en el tema?
Bueno, déjame que te explique… El hecho de que todo te funcione bien en este momento o en esta época de tu vida es genial. Estás funcionando de maravilla día a día y comparto la idea de no intentar mejorar nada si todo va bien, si te funciona, si no te molesta y te sientes bien. La única cuestión es que a veces no nos damos cuenta de que, aunque el organismo no nos envíe señales claras, eso no significa que no quiera comunicarse con nosotros (al principio de una forma muy delicada). El problema es que no sabemos cómo comunicarnos con él y no sabemos cómo leer sus mensajes. Tampoco nos conocemos bien a nosotros mismos; nadie nos ha enseñado cómo deberíamos tratarnos y qué es realmente bueno o malo para nosotros. No lo sabemos y creemos que no es necesario saberlo. En otras ocasiones, nos creemos expertos solo por haber leído uno o dos artículos en una revista de moda o haber escuchado a un «especialista» en un telediario, lo cual nos hace sentir muy bien educados en el tema.
El trajín de la vida de hoy
Entrando en un bucle de la vida siempre ajetreada y llena de conflictos internos y externos, con prisa constante, siempre andando con el tiempo ajustado, estresado e intentando constantemente ganar la aceptación de los demás, poniendo a tope nuestros esfuerzos para demostrar que sí, que somos los mejores en lo que hacemos y siempre cumplimos con las últimas tendencias de moda, dietas y lugares de interés, luciendo la ropa nueva y de marca, demostrando nuestras cualidades tan bien trabajadas y pulidas desde pequeños… en todo este jaleo de la vida de hoy, que en vez de disfrutarla, se lucha sin cesar por el respeto, »likes» o aprobación de la sociedad, en todo este bullicio de las cosas y sensaciones muy intensas, no necesariamente buenas y oportunas para nosotros, se nos olvida quiénes somos realmente y qué es lo que realmente necesitamos para poder seguir y disfrutar de la vida, que solo la tenemos una.
Y somos unos animales, no tan salvajes como nuestros hermanos y hermanas que andan en cuatro patas o vuelan por los aires, pero sí, somos animales y ahora ve tú a saber si tan inteligentes como a nosotros nos parece… Porque si fuera así, deberíamos escuchar a nuestro cuerpo en vez de ir en contra de las señales que nos envía.
Seguir el rimo de la naturaleza
Pero vamos al meollo del asunto. El hombre es un animal DIURNO. Eso quiere decir que la mayoría de sus actividades las ejerce durante el día con la luz solar. Eso incluye las horas de la comida que normalmente las tenemos varias veces al día. No vamos a hablar de eso ahora porque no es el tema esencial de este artículo. Lo que realmente importa por ahora es el hecho de que hemos perdido el horario correcto de las ingestiones que mantenemos durante el día. Como animales diurnos, estamos adaptados a la luz solar. Y diciendo eso no trato solamente de nuestro exterior, sino también de nuestro interior. Nuestro organismo funciona, digiere y está activo durante el día al 100%, aunque nuestro estómago o los intestinos no tengan «ojos», se nos olvida que tenemos el cerebro que funciona como una computadora dando órdenes a todos los órganos que tenemos.
¿Qué son los biorritmos?
¿Qué son los biorritmos? Son los períodos del tiempo, horas cuando deberíamos ejercer las actividades definidas como: comer, dormir, descansar… El organismo es muy sabio y sabe perfectamente cómo autocontrolarse. La verdad es que nosotros mismos muchas veces le estorbamos y cortamos los procesos que deberían ocurrir en este mismo momento.
Estado de Vagotomía
Cuando cae la noche, entramos en el ESTADO DE VAGOTOMÍA. Al acostarnos, nuestro cuerpo reduce su actividad física al mínimo y se enfoca en las tareas de eliminación y recuperación. Sin embargo, para que esto sea efectivo, no debemos atiborrarlo con una gran comilona por la tarde, ya que de esta manera no funcionará como debería.
Cuando desaparece el sol y cae la noche, nuestro cuerpo entra en la fase de descanso y reparación. Al menos, eso sería lo correcto y es lo que nuestro organismo tiende a hacer. La verdad es que no le importa mucho si decides seguir con bebidas y hamburguesas o viendo juegos y participando en reuniones de trabajo interminables. El cuerpo seguirá con sus deberes y mantendrá su ritmo sí o sí. ¿Y sabes por qué? Porque ha evolucionado durante siglos para cumplir con este proceso todos los días de tu vida, manteniéndote vivo y sano. Si decides interrumpirlo, no respetarlo y ser negligente, recuerda que tu cuerpo guardará rencor y lo manifestará cuando menos lo esperes.
Cuando oscurece, el cuerpo sigue activo, claro está, el cerebro continúa consumiendo energía, pero su actividad cambia. Ahora está más centrado en la actividad interna. Las actividades físicas se reducen al mínimo, permitiendo que toda la energía se concentre en las tareas de limpieza y regeneración interna. Todo esto se hace para proporcionar un alto rendimiento durante el día y un sueño de calidad por la noche.
La eliminación nocturna es una actividad de gran importancia. No nos damos cuenta de ella porque estamos durmiendo y no la sentimos ni detectamos de ninguna manera. No somos conscientes de los procesos que se llevan a cabo mientras descansamos.
Melatonina y alteración del ciclo natural
Hoy en día, muchos de nosotros sufrimos de un sueño insuficiente o de mala calidad, y esto tiene consecuencias tanto a corto como a largo plazo. A corto plazo, los efectos son evidentes: malhumor, falta de concentración y la necesidad de recurrir al café para seguir adelante. A largo plazo, las consecuencias son aún más serias: trastornos internos, aumento de la producción de radicales libres, envejecimiento celular acelerado, y una disminución notable en el rendimiento físico y mental. Como resultado, nuestra capacidad de regeneración se ve afectada, lo que nos hace más propensos a enfermarnos con frecuencia. Además, las carencias acumuladas son cada vez más difíciles de suplir con suplementos.
Para descansar y conciliar el sueño adecuadamente, necesitamos una cantidad adecuada de melatonina, una hormona producida de forma natural por nuestro cuerpo. En condiciones normales, el organismo se regula solo y produce la cantidad necesaria de melatonina para que podamos dormir bien y descansar. Sin embargo, en la actualidad, esta producción se ve frecuentemente alterada por diversos factores.
Entre los principales culpables se encuentran: trabajos y actividades nocturnas, ejercicio físico en la noche, la luz azul de las pantallas de móviles y ordenadores, luz artificial, alcohol, cafeína, cambios de zona horaria, ciertos medicamentos, exposición a ruidos y luces artificiales, y emociones no gestionadas como pensamientos repetitivos, preocupaciones y estrés constante. Este estrés crónico provoca un exceso de cortisol en la sangre, manteniéndonos en un estado de alerta permanente, incluso durante el descanso. Como resultado, nuestra capacidad para trabajar y regenerarnos se ve gravemente afectada.
Todo esto altera nuestros biorritmos naturales y perjudica los procesos a los que estamos adaptados. La alteración de la producción de melatonina provoca insomnio, lo que a su vez lleva a una falta de energía y agotamiento por no poder regenerarnos adecuadamente. Es como intentar activar un juguete con una batería agotada: se mueve un poco, pero no tiene la energía suficiente para avanzar. Este problema es significativo, ya que el insomnio puede ser devastador, y quienes lo sufren deben buscar maneras de compensar este déficit energético.
Saber lo que somos
Somos los únicos animales que no respetamos los biorritmos y no descansamos cuando cae la noche. Es más, nos enfrentamos a las señales de nuestro cuerpo con sustancias que nos activan artificialmente solo para seguir adelante y no mirar las consecuencias. El deseo de tener más o querer ganar la aprobación de los demás se ha apoderado de nosotros y eso, sí, tiene sus consecuencias. A largo plazo -por eso no nos importa tanto- porque siendo jóvenes nos sentimos inmortales, increíbles e impunes en cuanto a las aberraciones y travesuras que nos permitimos constantemente.
¿Cómo te sientes cuando llegan los días lluviosos o los días cortos del invierno y oscurece enseguida? ¿No te sientes un poco adormilado, con la cabeza embotada, cansado o con sueño? ¿No te despista esto? Y aunque el reloj siga su paso de manera correcta y no adelante, a ti te parece que son las 9 de la noche cuando realmente son las 6 y pico. ¿Qué significa esto? Pues significa que el cuerpo es muy sabio y cuando llegan los días cortos y los meses fríos, el organismo, queriendo ahorrar energía, te manda las señales de que deberías aflojar un poco y descansar más. No es motivo para tomarse otra taza de café o coger otro energizante. No. Eso no debería funcionar así. Si tienes sueño, deberías descansar, pero entiendo que no es tan fácil hoy en día y cuando el sueño nos invade en pleno día, durante el trabajo, lo único que podemos hacer es frenar un poco y adaptarnos a las nuevas condiciones: ir a dormir más temprano, no comer tanto por la noche, tratar de comer más ligero o limitar la comida cuando oscurece. Pero hoy en día el problema es que nosotros dejamos de diferenciar entre el día y la noche y entre el invierno y el verano, así se nos crean deficiencias crónicas de melatonina y nos entra INSOMNIO CRÓNICO que acarrea varios trastornos físicos y mentales a largo plazo. Eso afecta cada vez más nuestra condición psicoemocional, cada vez somos más vulnerables y cada vez nos desbordan más las situaciones de vida que en condiciones normales no deberían causarnos tantas molestias ni agobios. Pero como andamos fuera de los biorritmos, no podemos regenerar nuestras fuerzas y como la naturaleza nos enseña, ¿cómo vamos a poder enfrentar las dificultades que nos trae la vida? ¿Cómo vamos a seguir adelante? ¿Cómo vamos a dar ejemplo a nuestros hijos? ¿Cómo vamos a poder estar donde realmente se nos necesita? ¿Cómo vamos a ser felices y complacidos con nosotros mismos? Si todo me desborda y no puedo con mi alma, ¿cómo voy a poder con alguien que realmente me necesita? Si puedo pararme y descansar cuando es la hora y el tiempo adecuado, ¿cuándo voy a entender que no voy a poder ganarme la vida si no me enfoco en mi propia salud primero? La salud es la única cosa que no se puede comprar y realmente no importa cuántas horas vayas a pasar en esta reunión nocturna o cuántos días sin dormir intentes aguantar. Si la pierdes, la pierdes y a veces es realmente muy difícil, hasta imposible, recuperarla.
Y recuerda que los únicos que se acordarán de tus incesantes horas pasadas frente al ordenador serán tus hijos. Y tal vez tu esposo o esposa, siempre y cuando tengas la suerte de no perderla(o) antes.
Por el incesante deseo de QUERER SEGUIR aunque no haya nada de luz solar (natural), nos creamos un vicio tremendo de querer estar siempre en un bucle sin parar, donde las necesidades naturales del cuerpo están tapadas por los paliativos y sucedáneos de lo natural y adaptado a nuestra fisiología. Los que trabajan por la noche, porque no les queda otra, perjudican gravemente su salud y realmente tienen que buscar un aporte adicional de energía para poder compensar este gasto. En este caso, serían aportes como: alimentación, descanso, falta de estrés, cero tóxicos. Recuerda que durante el día gastamos y durante la noche acumulamos.
Ahora bien, sabiendo eso, voy a aclararte «el horario» de los biorritmos con los cuales sería bueno que cumplieras. De verdad, el cuerpo te lo agradecerá un montón y hasta te desaparecerán algunas molestias de las que te quejabas tanto últimamente.
I. FASE DE ELIMINACIÓN – entre las 6:00 y las 14:00
La fase de eliminación ocurre durante la noche y las primeras horas de la mañana. A partir de las 6:00, tu cuerpo comienza a eliminar desechos y toxinas acumuladas, pero para llevar a cabo este proceso necesita energía vital. Por la mañana, podrías experimentar síntomas como boca seca, lengua recubierta, orina con olor y color oscuros, flemas, cansancio, ojeras, ronquidos, carraspeos, secreciones nasales y oculares, y gases. El hambre verdadera no debería aparecer hasta bien entrada la mañana, es decir, alrededor del mediodía (11-12), aunque esto puede variar según el gasto energético de cada persona.
Es completamente normal no tener hambre por la mañana, y es correcto no comer si no tienes apetito.
Tu cuerpo ha estado descansando y acumulando energía durante la noche. Al levantarte, no necesitará comida de inmediato porque ya está nutrido. Durante la noche, la energía no se gasta, sino que se almacena. El hígado tiene reservas de glucógeno, y las células están nutridas y regeneradas. En esta fase, el cuerpo está listo para utilizar la energía acumulada, y es probable que no sientas hambre hasta que haya agotado estas reservas. Si experimentas hambre nada más levantarte, es recomendable investigar más a fondo para identificar posibles causas relacionadas con otros factores.
II. FASE DE APROPIACIÓN – entre las 14:00 y las 22:00
Este es el momento ideal para consumir tus comidas, especialmente durante el día. En este período, el organismo está mejor preparado para secretar jugos gástricos y para el funcionamiento adecuado de la peristalsis intestinal. Por ello, es recomendable comenzar a comer entre las 12:00 y las 13:00, aunque siempre debes ajustar esto a tu ritmo de vida y a tus necesidades individuales. Durante el día, el cuerpo procesa los alimentos de manera eficiente, favoreciendo una digestión saludable y un buen funcionamiento general.
III. FASE DE ASIMILACIÓN – VAGOTOMÍA – de 22:00 a 6:00
Durante la noche, el cuerpo se concentra en la absorción de nutrientes, la eliminación de toxinas y la regeneración. Después de las 22:00, el metabolismo se ralentiza, y comer en este momento puede causar problemas digestivos como hinchazón o incluso vómitos. Además, consumir alimentos tarde en la noche puede dificultar el sueño, ya que la sensación de pesadez después de comer puede interrumpirlo. En este período, el organismo no está completamente preparado para digerir los alimentos, lo que puede llevar a una mala digestión y a malestares asociados. A corto y largo plazo, comer en estas horas afecta negativamente a la salud y a la regeneración del cuerpo.
Por supuesto, es importante considerar las circunstancias individuales. Si llegas a casa tarde del trabajo y tienes hambre después de un largo día, comer es comprensible. Sin embargo, es fundamental tratar de evitar comer cuando no tienes hambre, al igual que es necesario comer cuando realmente lo necesitas.
Adáptate a tus circunstancias, ya que no hay una regla única para todos
Siempre buscamos ajustar los biorritmos a nuestras circunstancias personales. En situaciones de enfermedad grave, el estado de vagotonía —el periodo de descanso, reparación y nutrición intercelular— se vuelve fundamental. Por ello, es crucial respetar esta fase y evitar interrumpirla.
Recuerda que no hay una única norma que sirva para todos. Cada persona es diferente y enfrenta distintas circunstancias en la vida. Por lo tanto, debemos adaptarnos a ellas. Aunque las circunstancias no siempre sean ideales, así es la vida. Actuar en contra de lo que está a nuestro alcance suele ser contraproducente. Es preferible avanzar con pequeños pasos o realizar cambios graduales, en lugar de lanzarse a cambios drásticos que pueden provocar desesperación, tensión y agobio.
Si no sabes por dónde empezar, quieres ponerte al día o simplemente necesitas a alguien que te guíe y te explique cómo proceder, no dudes en contactar con un asesor holístico. Su trabajo es guiarte y acompañarte en todo lo que necesites. Si los métodos propuestos te funcionan, es una señal de que realmente son efectivos y tienen sentido para ti. 🙂