Lo blanco no siempre es innocente.
La leche de vaca es conocida por provocar enfermedades crónicas y dolencias. Desde pequeños nos han inculcado la idea de que es necesario tomarla para crecer y ser fuertes, especialmente para nuestros dientes, huesos y masa muscular. Sin embargo, ¿no resulta extraño que seamos la única especie que consume la leche de otros animales?
La realidad es que la leche se vuelve indigestible para nosotros a partir de los 3 años. A esa edad, aproximadamente el 75% de los humanos deja de secretar las enzimas necesarias para digerirla. A partir de ese momento, la leche ya no aporta ningún beneficio. Cuando los dientes comienzan a salir, significa que ha llegado el momento de dejar de amamantar y que el niño necesita desarrollar la capacidad de ingerir alimentos sólidos para satisfacer sus necesidades nutricionales y calóricas.
Un trago del 42% del ácido sulfúrico
El consumo de leche en la edad adulta puede desencadenar varias enfermedades y síntomas, como indigestión, diarrea, estreñimiento, alergias, asma, calambres, mucosidad, osteoporosis, esclerosis múltiple, cánceres de mama y próstata, cálculos renales y enfermedades renales, y artritis.
La proteína de la leche genera reacciones ácidas en nuestro cuerpo: el 58% de ella es proteína animal y el 42% es ácido sulfúrico. Esta proteína animal se descompone rápidamente, dejando residuos ácidos (ácido sulfúrico) que nuestro organismo intenta contrarrestar extrayendo calcio de nuestros mayores depósitos: los huesos y los dientes.
El producto sano que se vuelve dañino
El producto que no debería existir fuera del ciclo alimentario es la leche, después de alterarla pierde sus nutrientes básicos y se vuelve un producto tóxico, además de muy difícil de digerir.
La leche, al entrar en contacto con el aire, sufre alteraciones y se descompone rápidamente, lo cual no ocurre cuando se toma directamente de la mama del animal que la produce. Si se extrae y se deja al aire libre, se deteriora en muy poco tiempo, por eso el hombre empezó a modificarla: la altera, pasteuriza, homogeneiza, elimina la lactosa, descrema, todo esto para evitar su deterioro. Así surgen varios tipos de derivados lácteos: yogures, quesos, mantequillas, etc., que pueden consumirse sin problema y además tienen un sabor agradable y familiar.
El proceso de pasteurización convierte a la leche en un producto muerto, donde el calcio se vuelve inorgánico, lo que significa que nuestro organismo no puede aprovecharlo. En lugar de ser algo útil, se convierte en una carga, ya que el calcio inorgánico se deposita en los tejidos (calcificación), lo que precipita enfermedades como:
- artritis,
- cataratas
- cálculos
Desmintiendo la realidad
El mito de la bacteria Lactobacillus
Cuando consumimos productos como los famosos kéfires res, yogures o cuajadas, es importante recordar que su materia prima es la misma leche. Además, está probado que la bacteria Lactobacillus no tiene ningún efecto real.Hay varios estudios científicos que han cuestionado la eficacia de la bacteria Lactobacillus en la salud digestiva. Algunos investigadores han sugerido que los beneficios atribuidos a esta bacteria pueden ser menos significativos de lo que se pensaba anteriormente. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la ciencia es un proceso continuo y en evolución, y siempre se están realizando nuevas investigaciones para comprender mejor estos temas.
Lo que realmente daña nuestra flora intestinal son:
- Antibióticos
- Toxinas
- Estilo de vida estresante
Considerando eso, sería más inteligente prevenir que curar. Así no estaríamos en la encrucijada de descifrar qué tratamientos son efectivos y cuáles son solo puras mentiras difundidas por los medios.
La mucosa digestiva tiene la capacidad de recuperarse por sí sola. Comenzar con la desintoxicación, practicar ayunos intermitentes (descansos digestivos) y luego introducir hábitos saludables puede ayudar a restaurar su función adecuada de absorción, asimilación y procesamiento de nutrientes.
Los alimentos lácteos BIO/ECO
Los alimentos lácteos BIO/ECO nos hacen reflexionar sobre la materia prima detrás de los productos que consumimos. Aunque los animales sean criados en condiciones respetuosas y favorables, la leche o la carne siempre estarán fuera de sintonía con nuestra fisiología y no resultarán saludables para nosotros.
Es cierto que nuestro cuerpo puede tolerar cierta cantidad de toxinas, por lo que no nos intoxicamos de inmediato después de consumir carne o beber un vaso de leche fermentada. Sin embargo, estos productos pueden afectar negativamente nuestro cuerpo y disminuir nuestra energía, aunque si no son consumidos con demasiada frecuencia, el cuerpo se recuperará rápidamente.
Por ello, si no puedes eliminar por completo el consumo de carne o lácteos, es recomendable limitarlos al máximo posible.
Los peligros ocultos detrás del ‘alimento’ blanco’
Ahora vamos a ver qué riesgos corres al consumir muchos lácteos. No es para asustarte, sino para concienciarte y, tal vez, para darte algunas ideas de que no es tan bueno atiborrarse cada mañana con quesos o yogures, ni hacerlo tú ni a tus hijos o esposo. Bueno, vamos a empezar por ello.
El cáncer de próstata – la enfermedad de los machos alfa
A los hombres no les gusta ir a hacerse los exámenes, especialmente los médicos. Eso les hace sentirse débiles y menos como héroes. No vamos a entrar en eso, porque al fin y al cabo, ¿quién soy yo para juzgarlos y sus circunstancias? Pero si ya estás aquí y tenemos el 50% de las posibilidades de que seas un hombre, tal vez te interese esto.
El cáncer de próstata es tan horrible como el cáncer de mama o el cáncer de ovarios. La verdad es que cada tipo del cáncer es un asco.
No hay nada malo o embarazoso en hacerse los exámenes cuando toca; nadie te va a juzgar ni pensar que no eres un macho 🙂 Recuerda que es simplemente para que puedas ser el macho por más tiempo 🙂
Otra cosa es que tal vez tengas una vida familiar estupenda, con una esposa hermosa y unos hijos lindos; vale la pena estar sano para ellos y poder disfrutar de la vida juntos. También puede que seas un hombre de negocios, soltero o un picaflor tremendamente encantador y guapo, y eso también es bueno. La vida así es muy colorida y llena de momentos maravillosos; hacerse unas pruebas de vez en cuando te ayudará a disfrutarla por más tiempo.
¿Por qué yo?
Lo que se sabe con certeza es que esta enfermedad está muy presente en los países altamente desarrollados, donde los factores ambientales desempeñan un papel dominante en su desarrollo. Es cierto que hay un factor genético que juega un papel bastante importante, pero el simple hecho de tener un pariente que sufre o ha sufrido de esto no es una sentencia del 100% segura para ti. Nada está decidido.
No me busques que me encuentras
Porque los genes del cáncer no son tan relevantes como se pensaba. Solo el 2-3% de todos los tipos de cáncer podrían atribuirse a los genes. El resto son agentes y factores externos, es decir, que provienen del exterior en forma de comida y circunstancias ambientales. Adoptar una actitud fatalista que te lleva a no hacer nada por ti mismo, aceptando la idea de que «todo está en la familia y ya no se puede hacer nada», solo te hundirá.
Take it easy y reduce los lácteos y otra proteina animal
Pues bien, ahora, tranquilo, simplemente ten en cuenta que si tienes antecedentes familiares de esta enfermedad y consumes lácteos a diario, corres el doble de riesgo de contraer cáncer de próstata y luego, cuatro veces más riesgo de sufrir cualquier tipo de metástasis.
Lo único que debes hacer, sabiendo que ha habido casos de este tipo de cáncer en tu familia, es reducir o dejar por completo el consumo de lácteos, ya que son ellos los que contienen los agentes cancerígenos que pueden activar las semillas del cáncer que ya están presentes en tu organismo.
Otro elemento de tu dieta diaria en el que debes prestar más atención es la carne. Según numerosos estudios, como el Estudio de China, el consumo de carne también aumenta considerablemente el riesgo de activar las células cancerígenas dormidas.
Las zonas del riesgo mayor
Las poblaciones que residen en zonas con escasa exposición solar, como las áreas cercanas a los polos, y que consumen grandes cantidades de productos de origen animal pueden ser más susceptibles a padecer enfermedades degenerativas, tales como:
- Diabetes tipo 1 (relacionada con el consumo de proteínas animales, especialmente la proteína de la leche durante la infancia y la juventud).
- Esclerosis Múltiple: su incidencia está relacionada con la latitud geográfica. Por ejemplo, en Ecuador es cien veces menor que en países nórdicos cercanos a los polos, así como en Australia, donde la exposición solar es escasa.
- Artritis Reumatoide.
- Osteoporosis.
- Cáncer de mama.
- Cáncer de próstata.
- Cáncer de colon.
Diabetes tipo 1 / Diabetes Juvenil / Diabetes de los niños
Como ya sabemos existen tres tipos de diabetes; oficialmente se habla de dos, pero ya sabemos que la enfermedad de Alzheimer se clasifica como Diabetes 3.
Nos centraremos en la diabetes 1 porque aquí es donde el consumo de leche de vaca tiene su mayor impacto, y comienza con una disfunción del metabolismo de la glucosa a partir de los primeros anos de la vida.
Es importante destacar que Diabetes tipo 1 es una enfermedad AUTOINMUNE, lo que significa que el organismo comienza a atacarse a sí mismo, es decir, a sus propias células y órganos. El Diabetes 1 es más extremo y limitante que el diabetes 2 (el cual, se ha comprobado, es totalmente reversible mediante la dieta), ya que el Diabetes 1 es irreversible y el paciente está condenado a vivir con él toda su vida.
Características del Diabetes 1
En este caso, la insulina, una hormona responsable de transportar y distribuir el azúcar (glucosa) por todo el cuerpo, no está presente porque las células productoras (las células pancreáticas) que segregan la insulina han sido destruidas. Han sido atacadas por el propio organismo. Esto significa que todo el azúcar que ingresa en nuestro organismo se queda en el lugar donde no debería, por lo que aquellos que sufren este tipo de diabetes están condenados a inyectarse insulina regularmente, para dirigir el azúcar a donde corresponde (hablaremos más de esto más adelante, en el apartado de los diabetes).
¿De dónde viene todo esto?
Pero, ¿de dónde viene todo esto? ¿Cómo se puede contraer esta enfermedad tan terrible y abrumadora? La respuesta, desafortunadamente, es muy triste: el Diabetes 1 generalmente se manifiesta en la infancia (durante los primeros meses de vida) y en la adolescencia, por lo que se le llama Diabetes juvenil, ya que son ellos los más afectados, y por las causas de una alimentación incorrecta proporcionada por nuestros padres o cuidadores. No tenemos mucha elección ni control sobre esto. Obviamente, la alimentación que se nos proporciona a través de nuestros padres depende en gran medida de las circunstancias de la vida, y aunque a menudo se hace con las mejores intenciones, a veces el resultado es completamente opuesto a lo planeado y con las mejores intenciones. Pero no es todo. La enfermedad también nos puede afectar en la juventud, cuando estamos muy expuestos a los productos lácteos, disfrazados en varios productos dulces y salados, cuya imagen está reforzada por los omnipresentes anuncios y propagandas televisivas y escolares. Además, en el hogar, la falta de educación alimentaria adecuada hace que los padres repitan los mismos patrones dañinos.
Diabetes tipo 1 y su relación con los productos lácteos
Existen muchas evidencias científicas que nos dicen que la enfermedad de Diabetes 1 está asociada con el consumo de productos lácteos. En resumen (hablaremos más sobre los tipos de diabetes más adelante), el niño que no ha sido amamantado el tiempo suficiente (al menos durante 3 primeros meses de su vida) se expone demasiado pronto a la ingesta de leche de fórmula (cuya base es la leche de vaca), lo que desencadena una serie de procesos malignos en un organismo aún inmaduro y débil. Así, comienza y se desarrolla una enfermedad autoinmune que acompañará al individuo durante el resto de su vida.
Enfermarse por ‘la herencia’
En cuanto a la herencia genética, es poco probable contraer esta enfermedad; aunque los genes aumentan considerablemente las probabilidades de padecerla, hay que recordar que no actúan solos y que se requieren factores activadores. En este caso, los factores ambientales, como el lugar de residencia (la dieta, el estatus social, residir en países desarrollados o subdesarrollados), son determinantes. Se ha verificado y comparado el consumo de leche en 12 países, y el resultado es el siguiente: cuanto mayor es el consumo de leche en la infancia, mayor es la incidencia de Diabetes tipo 1.
Esclerosis Múltiple (EM) = latitud geográfica definida + la leche vaca
Se ha descubierto que la leche de vaca, junto con la latitud geográfica, son factores muy importantes en el desarrollo de la EM. El Dr. Roy Swank descubrió que la incidencia de EM está fuertemente relacionada con la dieta y la latitud geográfica.
La incidencia de EM es un 100% mayor en el extremo norte que en el Ecuador; a medida que nos alejamos del Ecuador, la incidencia de EM aumenta. Lo más interesante es que esta distribución es muy similar a la que observamos en otras enfermedades autoinmune, como la Diabetes tipo 1 y la artritis reumatoide.
En los países nórdicos, especialmente en sus regiones continentales, se consumen grandes cantidades de productos lácteos (ricos en grasas saturadas), lo que coincide con la mayor incidencia de EM en comparación con otras regiones del país, como las zonas costeras, donde el consumo de pescado es más prevalente y los lácteos no son tan abundantes en la dieta.
En cuanto a la ingesta de leche de vaca, en los países nórdicos se consume una enorme cantidad de lácteos, lo que, junto con la falta de luz solar, incrementa la incidencia de EM en un 100%.
Carencias del calcio por consumir el calcio
En el vaso de leche predominan dos elementos que nos interesan: la proteína y el calcio. El 58% es proteína animal, mientras que el 42% es ácido sulfúrico. La proteína animal, conocida como la proteína ‘sucia’, se quema muy rápido y deja residuos, que en este caso son el ácido sulfúrico que compone el 42%. Nuestro cuerpo y organismo tienen un pH ligeramente alcalino y tienden a mantenerse en este estado. Cuando se altera el nivel del ácido, saltan las alarmas y se tiende a compensar utilizando el calcio. En este caso, el calcio se extrae de la leche ingerida, lo que significa que no obtenemos un exceso de calcio del vaso de leche y, en otros casos, el calcio se extrae de los mayores depósitos de calcio que tenemos en nuestro organismo, es decir, de los dientes y los huesos.
Este proceso nos conduce a otro problema conocido como osteoporosis…
Osteoporosis
Los países que tienen un mayor consumo per cápita de leche en el mundo son los Estados Unidos, seguidos por los países nórdicos de Europa y las naciones del Pacífico Sur, como Australia y Nueva Zelanda. Dadas nuestras costumbres alimenticias y las creencias transmitidas a lo largo de la vida, sería lógico pensar que en estos países la gente no debería sufrir fracturas y que sus huesos deberían ser extraordinariamente fuertes. Lo irónico es que precisamente en estos países se registran las mayores tasas de fracturas óseas en comparación con el resto del mundo.
La verdad puede aplastar
¿Cuál es la causa principal de las fracturas óseas? Principalmente la falta de calcio. ¿Y cuál es el alimento más conocido por su contenido de calcio? La leche y los productos lácteos. Sin embargo, como ahora sabemos, no necesariamente nuestro organismo puede aprovecharlo. ¿Por qué? Porque la leche de vaca no es un alimento adaptado a nuestra fisiología. Pero entonces, ¿por qué los médicos no lo saben? ¿Por qué los anuncios y las propagandas en los colegios siguen repitiendo las mismas ideas de siempre, como que la leche es la fuente perfecta de calcio para los huesos, o que los yogures te hacen sentir bien (aunque está demostrado que las bacterias del yogur y el kéfir no aportan nada)?
La verdad es que la leche de vaca es, de hecho, una fuente rica en calcio, eso es innegable. La diferencia radica en cómo nuestro organismo la metaboliza. A diferencia de otros animales, el cuerpo humano no la asimila adecuadamente. Al contrario, la leche puede tener efectos negativos, como la inflamación y la alteración del organismo. No somos corderos, y deberíamos dejar de consumir leche de vaca al dejar la lactancia materna. A partir de los dos años, nuestro organismo deja de necesitarla y ya no puede digerirla correctamente.
Es interesante observar que en los países con mayor consumo de leche y sus derivados se registra un mayor número de casos de huesos débiles y fracturas óseas, especialmente en mujeres mayores de 50 años.
Las proteínas animales, incluida la leche, acidifican nuestra sangre, aumentando la carga ácida en nuestro organismo. El ácido sulfúrico presente en las proteínas animales (alrededor del 42%) contribuye a esta acidificación.
Como nuestro cuerpo no tolera un pH ácido, lo neutraliza utilizando calcio de nuestros propios huesos y dientes.
Este proceso debilita el sistema óseo con el tiempo, al tiempo que aumenta la excreción de calcio en la orina. Esto es un claro indicio de que estamos en problemas, ya que nuestro organismo está sacando calcio en exceso para combatir la acidez, lo cual se convierte en un ambiente propicio para el desarrollo de infecciones y tumores malignos.
Cálculos renales
Cálculos renales están formados por unas piedras compuestas de calcio y oxalato. Esta afección es muy común en los países occidentales desarrollados, donde el consumo de proteínas animales (como la leche y la carne) es elevado. Los cálculos se forman debido a la presión constante provocada por el exceso de consumo de proteínas animales ricas en calcio y oxalato. Para combatirlos y aliviar la tensión en el sistema renal y el exceso de radicales libres (producidos por el exceso de proteínas animales, la carne y los lácteos), es importante incorporar antioxidantes en la dieta.
Inhibidor de la vitamina D supercargada:
No deberíamos consumir suplementos aislados, especialmente de vitamina D (inactiva), ya que nuestro cuerpo puede producirla perfectamente en las cantidades necesarias.
La excepción sería cuando no tenemos acceso a la luz solar durante períodos prolongados o en el caso de los recién nacidos, donde se puede considerar la suplementación a través de la dieta o los suplementos.
Lo único que debes hacer es exponerte al sol durante unos 15-30 minutos sin cremas solares ni bloqueadores, hasta que la piel se enrojezca ligeramente. Repite esto unas 2-3 veces por semana si no puedes hacerlo a diario. La dosis adecuada y biodisponible de vitamina D no se puede obtener mediante la dieta ni suplementos artificiales.
La suplementación solo es válida y muy importante en períodos en los que no se tiene contacto directo con el sol.
En realidad, la vitamina D no es una vitamina que produce nuestro cuerpo, sino una hormona. Los rayos ultravioleta del sol que llegan a nuestra piel crean una sustancia química que está presente en nuestra piel. A partir de esta sustancia se produce la vitamina D, conocida como la D supercargada (activa).
Los inhibidores de la vit D
Es crucial entender que la vitamina D puede verse afectada por lo que ingerimos. Los productos que inhiben su producción son las proteínas animales, como la carne, el pescado y sus derivados, así como los huevos, junto con cantidades excesivas de calcio provenientes de lácteos.
Cuando hay un exceso de calcio y proteínas animales, el metabolito 1,25 D se vuelve menos activo, lo que lleva a una reducción en la absorción de calcio por parte del organismo. Esto resulta en un aumento de la acidez en la sangre y en el bloqueo de las enzimas renales, lo que impide la producción del metabolito supercargado de vitamina D 1.25. Como consecuencia, el organismo se ve obligado a extraer calcio de sus propias reservas, lo que puede provocar osteoporosis.
La vitamina D puede verse afectada por lo que consumimos. Los productos que inhiben la producción de vitamina D supercargada son:
- Las proteínas animales (productos cárnicos, pescado y sus derivados, así como huevos).
- Las cantidades excesivas de calcio (lácteos).
La leche de vaca como un agente cancerígeno muy potente
La leche de vaca es una fuente abundante de proteína animal, calcio y caseína, lo que la convierte en un agente cancerígeno y un factor de riesgo potente asociado con enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple y varios tipos de cáncer. Esto se relaciona con diversos factores.
Estos son factores importantes que aumentan significativamente el riesgo de desarrollar cáncer u otras enfermedades degenerativas.
- La falta de exposición a la luz solar, lo que resulta en una deficiencia de vitamina D.
- El consumo excesivo de proteína animal, como los lácteos.
- El exceso de calcio, que puede afectar la producción y actividad de la vitamina D.
- La acidificación de la sangre, lo que inhibe la actividad de las enzimas renales esenciales para la producción de la forma supercargada de la vitamina D, conocida como vitamina D 1.25, la cual protege contra la transformación maligna de las células.
- La promoción de niveles elevados de IGF-1, una hormona que regula el crecimiento celular y que puede promover tanto el crecimiento de tejidos benignos como malignos, en lugar de promover la producción de vitamina D 1.25, que actúa como un protector contra enfermedades degenerativas, como el cáncer.
Estos son factores importantes que aumentan significativamente el riesgo de desarrollar cáncer u otras enfermedades degenerativas.
¿ Comer o no comer ?
Ahora la pregunta es: ¿Realmente debo eliminar por completo los lácteos de mi dieta? ¿Significa que nunca más podré saborear un delicioso yogur cremoso, disfrutar de un poco de queso de cabra o tomar un reconfortante cacao caliente con leche?
La respuesta es: depende. Como hemos visto antes, hay varios factores en juego. Todo depende de tu estilo de vida, de dónde vivas y de cómo te alimentes a diario. Por supuesto, si tienes antecedentes familiares de alguna de las enfermedades mencionadas, es bueno ser más cuidadoso.
Recuerda que si tienes hijos, puedes enseñarles desde pequeños a tomar decisiones alimenticias saludables. Con tu ayuda, pueden aprender a elegir opciones que beneficien su salud a largo plazo. Es importante ser consciente de que la leche no es esencial para nuestra dieta y, aunque hayas crecido con esa creencia, no dejes que tus hijos caigan en patrones que podrían afectar su bienestar en el futuro.