El equilibrio vital 

La salud interna está estrechamente ligada a la armonía del cuerpo. Cuando las fuerzas vitales se distribuyen adecuadamente, cada órgano puede desempeñar su función correctamente, creando así una unidad perfecta entre la mente y el cuerpo. A menudo no nos damos cuenta, pero es importante tener en cuenta que la salud depende de varios factores. No se trata simplemente de tomar una pastilla para el dolor o descansar un rato. Si el organismo no está en condiciones adecuadas para autorregenerarse y llevar a cabo sus funciones de eliminación de manera efectiva, significa que uno de los sistemas vitales está fallando, y las causas pueden ser diversas.

El ayuno intermitente, que implica períodos de ayuno de 14 a 16 horas, permite al cuerpo ahorrar energía, la cual se destina a los procesos de curación y homeostasis interna. Esta energía conservada nos ayuda a renovar y reparar los órganos que pueden estar experimentando algún tipo de deterioro o desgaste. De esta manera, podemos recuperarnos y mantener la armonía en nuestro cuerpo.

La energía del cuerpo

A menudo nos preguntamos qué es lo que realmente nos impulsa y nos mueve a través de la vida. ¿Qué nos motiva a sentir, mover los brazos, salir a correr…? ¿Qué nos lleva a reflexionar, a tener hambre o a preparar algo delicioso para nuestros seres queridos? En definitiva, ¿qué nos lleva a buscar apoyo cuando atravesamos momentos difíciles en la vida? Por supuesto, hay ALGO que nos hace respirar, pensar o querer movernos. Más allá de los órganos internos como los pulmones, el estómago, el corazón o el cerebro, debe existir una fuerza que impulsa todo, algo que mantiene un constante movimiento, algo que establece los horarios y las pautas que seguimos cada día, tanto en nuestro cuerpo como en nuestra mente.

Personalmente, muchas veces me he preguntado cómo puedo sentir o ver lo que está delante de mis ojos. Probablemente, resulte difícil de explicar, pero en ocasiones tengo la sensación de que hay algo más allá de mi cuerpo, como si este fuera solo una envoltura que contiene algo más, algo que lo anima, algo que lo hace estar vivo… Cuando vivía en Nicaragua, después de dejar a mis hijas en la escuela, siempre volvía a casa en la bicicleta. Durante esos trayectos, a menudo me invadía una sensación que me llevaba a reflexionar sobre mi verdadera esencia. Recuerdo perfectamente cómo cada bache en el camino me hacía sentir intensamente este sentimiento. En ocasiones, tenía que detenerme para «poner todo en su lugar», es decir, para reconciliar lo volátil con la envoltura corporal.

Puede sonar extraño, pero muchas personas experimentan esta sensación, aunque algunas lo hacen de forma consciente y otras no le prestan atención. En el primer caso, surgen muchas preguntas y se alcanza un profundo estado de reflexión… En el segundo caso, al no percibirlo, uno se deja llevar por la rutina diaria sin darle importancia a lo demás. Resulta curioso constatar que aquellos que piensan y reflexionan suelen ser más vulnerables y propensos a la depresión que aquellos que no lo hacen…

La energía del cuerpo es la fuerza que nos impulsa y nos da vida. Algunos de nosotros tenemos la suerte de ser conscientes de su existencia. La sentimos, la descubrimos, hacemos preguntas y la experimentamos. Aquellos que establecen una comunicación más avanzada con su cuerpo tienen más posibilidades de atender adecuadamente sus necesidades, lo que les garantiza una vida más plena y saludable, tanto física como emocionalmente.

El equilibrio entre las energías del cuerpo

Esta fuerza que nos impulsa se divide en tres grandes sistemas. Solo el equilibrio entre ellos puede garantizar la salud del cuerpo y de la mente. Es una fuerza enorme que otorga vida a todos los órganos internos y externos. Ahora veremos cómo se distribuye y se manifiesta, para que puedas aprender a autoayudarte y entender los mensajes que tu cuerpo te envía cuando intenta comunicarse contigo.

Los tres grandes sistemas vitales del cuerpo

La energía que nos mueve y nos hace vivir está distribuida en tres grandes sistemas del cuerpo. Probablemente ni siquiera nos damos cuenta de eso, pero cada uno de estos sistemas tiene su función definida. Si alguno de ellos no funciona adecuadamente, se perjudica el funcionamiento general del cuerpo y de la mente, y así empezamos a sentirnos mal. Nos duele aquí o allá, nos sentimos agobiados, no podemos dormir o comer adecuadamente, o devoramos todo sin pensar y luego sufrimos las consecuencias. Como se muestra en el esquema, la energía para dar caña a nuestro cuerpo debe ser distribuida en tres grandes sistemas que son los siguientes:

  

Sistema de Nutrición

El sistema de nutrición incluye todos los órganos responsables de la digestión y asimilación de los alimentos, un proceso que requiere energía vital para llevarse a cabo de manera eficiente. Los órganos principales del sistema digestivo son:

  • El estómago
  • El páncreas
  • El intestino delgado
  • El hígado

En este sistema, los alimentos se descomponen en partículas más pequeñas, como aminoácidos, ácidos grasos y azúcares simples, que las células pueden absorber y utilizar en los diferentes órganos del cuerpo.

El sistema de nutrición también comprende:

  • El sistema respiratorio, que nos proporciona oxígeno.
  • Los nutrientes que obtenemos del sol, la tierra y el agua.

Normalmente, el sistema digestivo recibe aproximadamente el 33% de la energía total necesaria para funcionar correctamente. Este equilibrio energético garantiza el buen funcionamiento de todo el organismo. Sin embargo, si uno de los sistemas requiere más energía, los otros dos pueden verse afectados y el equilibrio se compromete.

¿Cuándo puede un sistema necesitar más energía? Esto puede ocurrir en situaciones cotidianas a las que a menudo no prestamos atención. Por ejemplo, cuando:

  • Comemos en exceso alimentos procesados, mal combinados o poco saludables.
  • Nos alimentamos sin hambre, para satisfacer emociones o conflictos internos, o para complacer a los demás.

En estas situaciones, estamos sobrecargando nuestro sistema digestivo sin darnos cuenta. Aunque nuestro cuerpo puede manejar estas situaciones durante un tiempo, con el paso del tiempo, las fuerzas vitales disminuyen y el cuerpo se debilita. El exceso de alimentos procesados y no adaptados a nuestras necesidades fisiológicas puede desgastar el sistema digestivo, causando molestias y afectando el equilibrio interno del cuerpo.

Es importante ser conscientes de cómo nos alimentamos para mantener la vitalidad y el bienestar de nuestro organismo.

Sistema de Relación (hacia el exterior)

Este sistema engloba los órganos que nos conectan con el mundo exterior, permitiéndonos comunicarnos con él y percibirlo. Entre los componentes de este sistema se encuentran:

  • los músculos
  • los huesos
  • el cerebro
  • el sistema nervioso
  • los sentidos
  • el sistema del lenguaje

Es a través de este sistema que experimentamos y gestionamos todos los pensamientos, emociones y sensaciones, ya sean positivos o negativos. Desde el trabajo mental hasta las preocupaciones, alegrías, y la aceptación o rechazo de las circunstancias de la vida, todo está vinculado a este sistema.

Cuando este sistema se ve sobrecargado, ya sea por estrés laboral, emocional o por situaciones enervantes prolongadas, afecta el funcionamiento de los otros dos sistemas: el de nutrición y eliminación. En respuesta a estas situaciones, el cuerpo redirige la energía hacia las áreas más necesitadas, lo que puede provocar la disminución del apetito y problemas en el sistema de eliminación, como estreñimiento e hinchazón. Además, es común sentirse cansado y desmotivado.

Sistema de Eliminación / Regeneración

Es cierto que los tres sistemas son de vital importancia, pero el sistema de eliminación desempeña un papel fundamental, ya que su correcto funcionamiento es esencial para mantener una buena salud. No podemos conservar nuestra salud si las células no tienen la capacidad de deshacerse de los desechos y sustancias tóxicas de nuestro organismo. La carga tóxica que se acumula diariamente debe ser expulsada para que el cuerpo pueda funcionar correctamente, ya que la toxicidad es la causa de la enfermedad. La desintoxicación, es decir, la eliminación de las toxinas y sustancias perjudiciales, permite que el cuerpo se regenere y mantenga su equilibrio, facilitando la curación de heridas y la vitalidad continua.

Los órganos de eliminación incluyen:

  • Intestino grueso
  • Hígado
  • Pulmones
  • Piel
  • Riñones

Además, los órganos linfáticos, como:

  • los ganglios
  • las amígdalas
  • el apéndice
  • el bazo

filtran y neutralizan las sustancias nocivas, llevándolas hacia los órganos de eliminación.

Cuando el cuerpo no logra desintoxicarse y retiene una gran cantidad de residuos tóxicos, se enferma tanto física como emocionalmente. Si nos enfermamos, no solo se manifiestan síntomas en los órganos físicos, sino también en nuestros pensamientos y emociones, reflejando un desequilibrio interno causado por el mal funcionamiento de alguno de los tres sistemas internos del cuerpo.

El equilibrio y la salud interna solo se pueden restaurar cuando la energía vital se distribuye de manera equitativa entre estos tres sistemas. El sistema de eliminación tiene sus tareas más importantes durante la noche y las primeras horas de la mañana, cuando se llevan a cabo los procesos de limpieza, eliminación y regeneración interna.

Es crucial proporcionar las condiciones adecuadas para que el sistema de eliminación funcione eficazmente. Si no se realiza una limpieza adecuada, el cuerpo no podrá regenerarse y estaremos expuestos a enfermedades constantes.

Te invito a que observes por ti mismo cómo funciona el sistema de eliminación, especialmente por las mañanas. Después del descanso nocturno, observa detenidamente en el espejo, nota la sequedad en la boca y la lengua blanquecina, observa el color oscuro y el olor fuerte de la primera orina del día, y presta atención a los síntomas como tos, ojeras, congestión nasal, gases estomacales y acidez bucal. Estos son signos de eliminación y limpieza de las áreas perturbadas y enfermas.

Durante la noche o durante un ayuno prolongado, el organismo se regenera y limpia utilizando sus propias reservas, sin gastar energía en la digestión. Durante este período de descanso o ayuno, el cuerpo invierte toda la energía ahorrada en procesos de eliminación de toxinas y regeneración de las áreas más afectadas que necesitan reparación.

En los próximos artículos, nos centraremos en las situaciones cotidianas que experimentamos todos, donde la energía se dirige de manera específica hacia uno de los tres sistemas. Analizaremos lo que sucede en estas situaciones para comprender mejor los procesos y el lenguaje del cuerpo. A menudo, en momentos de crisis, nuestro cuerpo intenta comunicarse con nosotros, pero muchas veces no le prestamos atención o no lo comprendemos del todo.

¡Así que prepárate para descubrir cómo tu cuerpo te habla en su propio idioma! Estaremos explorando juntos este fascinante viaje hacia el entendimiento y el equilibrio interno. ¡No te pierdas nuestros próximos artículos y comencemos este emocionante camino hacia una vida más saludable y consciente!

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